Varios de los intelectuales Colombianos que protestaron
contra los visados que quiere quitar Rajoy recuerdan la misiva donde
prometían no volver a España. Solo uno se mantuvo firme, Fernando Vallejo.
Firmantes de la carta: Gabriel García Márquez, Fernando Botero, Álvaro Mutis, Fernando Vallejo,
William Ospina, Darío Jaramillo Agudelo y Héctor Abad Faciolince.
Esta es la historia de una carta que tuvo su origen en Bruselas,
se escribió en Colombia y fue remitida de vuelta al otro lado del
Atlántico, cargada de indignación. El relato tiene siete finales,
seis concluyen en España, el séptimo aún no está escrito.
Fernado Vallejo
Todo empezó el jueves 15 de marzo de 2001. Aquel día el consejo
de ministros de Justicia e Interior de la Unión Europea aprobó, con
la abstención del entonces vicepresidente español Mariano Rajoy,
incluira Colombia en la lista negra de 130 países a los que se exigíavisado de entrada. La medida tuvo una respuesta fulminante en el
país sudamericano. El escritor Héctor Abad Faciolince propuso
remitir al Gobierno de José María Aznar una protesta, redactó el
texto y logró lo que nadie había conseguido y nadie ha vuelto a
conseguir: que sus colegas Gabriel García Márquez y Fernando
Vallejo firmaran algo juntos. A la declaración se unieron nada menos
que los escritores Álvaro Mutis, Darío Jaramillo y William Ospina,
y el artista Fernando Botero.
Eldía 18 EL PAÍS publicó la carta. Y en ella se incluía una
contundente promesa: “Con la dignidad que aprendimos de España, no
volveremos a ella mientras se nos someta a la humillación de
presentar un permiso para poder visitar lo que nunca hemos
considerado ajeno”.
Doce años después, el pasado 10 de agosto, el propio Rajoy
anunció al presidente colombiano, Juan Manuel Santos, “como
magnífico regalo de cumpleaños”,
que
pediría la revocación de la medida. La iniciativa se descafeinó
porque la UE aclaró después que España no podía solicitar en
solitario un cambio en la lista de países a los que se exige visado,
y la decisión se aplazó hasta 2014. Pero la noticia devolvió al
presente la carta de aquellos intelectuales y se recordó que, sin
cambiar una letra de la norma, seis de sus firmantes habían vuelto a
pisar España. Todos salvo Vallejo, justo quien quiso retirar su
firma, cuando el mensaje ya estaba en camino, con el argumento de que
los colombianos habían acabado con Colombia y no tenían derecho a
acabar también con España.
El primero en regresar fue Álvaro Mutis, cuando aún no se había
cumplido un año. En diciembre de 2001
le
fue concedido el Premio Cervantes y anunció que viajaría a
España a recogerlo. “Esa carta la firmé por solidaridad con
amigos de muchos años, en esto cometí la ligereza de firmarla de
forma apresurada y sentí haberlo hecho”, dijo
entonces. Ahora, con 89 años, desde su casa en la capital
mexicana, reitera a EL PAÍS que la imposición de la visa en su día
fue “una muestra más de la intolerancia que ha sufrido el
continente y que no tiene remedio”, pero que le parece muy bien que
el Gobierno español pida que se elimine.
Unos meses después, también en 2002, viajó a España el segundo
de los firmantes, el poeta Darío Jaramillo. “El tema me irrita
mucho, porque considero que las fronteras son una gran tontería y
firmé aquella carta, pero para incumplirla enseguida”, explica por
teléfono. Y da sus razones para la rectificación: “Amo a España
y solo soy un ciudadano colombiano que escribe versos. Me parecía
una lucha desigual con Europa”. En cuanto a la iniciativa lanzada
ahora por Rajoy, Jaramillo cree que “demuestra que sea mentira que
nunca es tarde. Siempre es tarde”. Y concluye: “Aunque ahora
quiten la visa no va a haber flujo migratorio, porque El Dorado ya no
está allá, a donde se iban los colombianos a limpiar los inodoros
de los ibéricos”.
A Botero, con quien este periodista ha tratado infructuosamente de
ponerse en contacto, la promesa le provocó un contratiempo familiar.
El 7 julio de 2001 su hija Lina tenía previsto casarse en Sevilla
con el español Rodrigo Sánchez Arjona y Valls y
decidió
hacerlo en Venecia, en solidaridad con su padre. Pero Botero
volvió después y, en una entrevista con EFE en 2007, calificó de
“estupidez monumental” la firma de la carta. "Un artista
como yo no puede vivir sin ver 'Las Meninas' de Velázquez en el
Museo del Prado", dijo entonces.
En 2005 se produjo el regreso más recordado. García Márquez
había tenido que renunciar a las temporadas que pasaba en su casa de
Barcelona y pronunció quizá la frase más contundente cuando se
instauró la visa: “Nunca necesité permiso para ir a casa de mi
madre”. Pero acabó volviendo a la ciudad condal el 24 de abril de
aquel año para una visita privada. Aunque el premio Nobel de
Literatura dio un tono discreto al viaje, fue muy comentada su
foto con el entonces presidente de la Generalitat catalana, Pascual
Maragall, en el palacio de Pedralbes. El escritor no dio
explicaciones públicas sobre su vuelta, pero el periódico
La
Vanguardia contó que en la decisión pesaron factores como el
cambio de Gobierno en España (el PP había sido desalojado del poder
un año antes), el gran afecto que sentía por Barcelona y la
insistencia de su amigo Maragall, con
quien había coincidido en la Feria de Guadalajara el año anterior
.
Después le tocó el turno a William Ospina. “Uno tras otro
habían ido volviendo, y hasta en los comentarios de prensa decían
que todos lo habíamos hecho. Así que decidí regresar. Pero anuncié
en la revista
Cromos las razones por las cuales tomé la decisión,
como los nuevos gestos del Gobierno español hacia los inmigrantes”,
explica por teléfono. Ospina cree que la decisión de pedir que se
revoque la exigencia de la visa es una gran iniciativa, propiciada
seguramente porque con la crisis ha bajado la presión migratoria.
Pero no sabe “qué tan fácil va a ser convencer al resto de la
UE”, porque España es el gran puerto de entrada de Europa.
El escritor Héctor Abad Faciolince coincide con Ospina en que el
cambio de rumbo del Gobierno español se debe seguramente a un cambio
en las circunstancias. “La rueda de la riqueza ha dado media vuelta
y podría dar la vuelta entera: España está en recesión y Colombia
crece a un promedio del 5%; los desocupados en España pasan del 20%
y en Colombia no llegan al 10%”. Y es escéptico sobre el recorrido
de la iniciativa: “Aznar metió las patas. Ahora Rajoy las quiere
sacar, pero es tarde, pues no creo que Alemania, Holanda o Suiza
(países firmantes del acuerdo de Schengen) nos quieran levantar el
veto. Pero un gesto así le sale barato, y no se habla de los
escándalos del PP, sino de visados”, cuenta por correo
electrónico.
Abad Faciolince, crítico con alguno de sus colegas cuando
regresaron a España, acabó
también cayendo, en 2010.
“A los diez años casi todos los
delitos prescriben y yo tenía muchas ganas de volver. Había un
motivo íntimo, mi hija estudiaba en Barcelona, y otro personal: me
hacía demasiada falta caminar por Madrid, ir a sus librerías, comer
morcilla, huevos estrellados y jamón, todo bañado con un vino tinto
de los que hacen en el Duero”. ¿Fue inútil entonces la carta? El
escritor cree que no: “El nuestro fue un gesto tan histriónico
como el que ahora hace Rajoy. Y sirvió para una cosa: no siguieron
imponiendo visas a otros países de Hispanoamérica como era la
intención. Se dieron cuenta de que a este lado del océano usamos el
derecho al pataleo. Y que los intelectuales españoles, en su
mayoría, nos apoyaban”.
Los doce años transcurridos fueron aguando las promesas. Pero
tres cosas se han mantenido inmutables y una más ha cobrado
vigencia. Queda, de momento, la exigencia del visado para los
ciudadanos de Colombia. Queda la indignación ante la medida de todos
los firmantes, aunque seis de ellos incumplieran su palabra. Queda la
firme resistencia de Vallejo, el único que la mantuvo. Y resuena,
convertida en profética por la crisis europea, la última frase de
uno de los párrafos de aquella carta de protesta: “Quizá un día
nosotros (en ese riquísimo territorio donde ustedes y nosotros hemos
trabajado, sufrido y gozado) tengamos también que abrirles a los
hijos de España las puertas, como tantas otras veces ha ocurrido en
el pasado”.
Fuente de noticia
http://politica.elpais.com/politica/2013/08/18/actualidad/1376788259_170816.html